Benedetta Tagliabue, arquitecta del centro Kálida

benedetta tagliabue

A mediados del mes de mayo se inauguró en Barcelona, en el recinto hospitalario de Sant Pau, el centro Kálida, cuyo objetivo es dar apoyo emocional y práctico a los enfermos de cáncer y a sus familiares y amigos. El centro está gestionado por una fundación privada con la que han colaborado desinteresadamente diversas empresas, entre ellas, bulthaup.

El singular edificio, cálido y acogedor, espacioso y lleno de luz, aúna espacios abiertos con áreas más recogidas. Su diseño, que responde a la filosofía de los Maggie's Centres –una "arquitectura para cuidar"–, es el de un pabellón rodeado de jardines en el que se difuminan los límites entre interior y exterior. La artífice del proyecto es la arquitecta Benedetta Tagliabue (EMBT).

Cuando sucede lo inesperado

La implicación de Benedetta Tagliabue en la concepción y construcción del centro hunde sus raíces en el impacto y las impresiones surgidas a consecuencia de la enfermedad de su marido, el también arquitecto Enric Miralles, fallecido de cáncer en el año 2000.

Tiempo antes del diagnóstico de Enric, ambos habían conocido, durante la construcción del Parlamento de Escocia en Edimburgo, a Charles Jencks, destacado paisajista e historiador de la arquitectura –y también viudo de Maggie Keswick Jencks, la impulsora de los centros Maggie’s. Poco después, estando en Houston para dar una conferencia, a Enric le diagnosticaron un tumor cerebral. Benedetta cuenta que en el hospital, casi dándole la espalda, había una construcción acogedora llamada Place of Wellness en la que un grupo de voluntarios ayudaba a los pacientes a aceptar y sobrellevar la enfermedad. Las visitas que hicieron Enric y ella a ese lugar tuvieron un efecto balsámico sobre el estado de ánimo de ambos.

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El cáncer siempre sobreviene inesperadamente. A Enric y Benedetta, en un momento álgido de su vida profesional y con dos hijos pequeños, les golpeó súbitamente lo impensable, eso que uno cree que solo le pasa a los demás. Y de pronto, de la noche a la mañana, tuvieron que pararse y replanteárselo todo.

Fue así como se fueron encontrando con la negligencia de la medicina oficial en relación al estado de ánimo del paciente y sus allegados. Recuerda Benedetta que estando su marido en tratamiento en Estados Unidos, le llamó la atención la ausencia de ventanas y de luz natural en el hospital. Era como si estuvieran en un sótano, aislados del mundo. En su opinión, a pesar de que los hospitales proporcionan un servicio muy eficiente, no tienen en cuenta el bienestar del paciente, la importancia de un entorno más humanizado.

Es el recuerdo de aquella desoladora experiencia lo que le ha llevado, años más tarde, a responder a la llamada de los impulsores de la Fundación Kálida y diseñar de manera totalmente altruista el centro recientemente inaugurado. Un centro perteneciente a la red internacional Maggie’s, que, como proponía su inspiradora Maggie Keswick Jencks, une belleza y armonía.

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Un refugio, un respiro

El centro Kálida, próximo al hospital de día y las consultas de oncología de Sant Pau, busca crear un entorno doméstico, un sitio donde poder hablar y compartir las angustias y preocupaciones de todo tipo que asaltan a alguien inmerso en un proceso de cáncer. Está concebido como un edificio de dos plantas que se articulan en torno a un espacio abierto que actúa de nexo de unión. En la planta baja, una larga mesa comunal de bulthaup, junto a una cocina abierta, permite a los visitantes relajarse, charlar o simplemente sentirse acompañados. El espacio interior se despliega en rincones más íntimos, donde descansar o mantener una conversación con el personal de apoyo, y en salas donde se realizan actividades de grupo, como sesiones de relajación. Las puertas correderas acristaladas y los grandes ventanales conectan el interior con un jardín mediterráneo que se adapta sinuosamente a las irregularidades del terreno. Los recovecos, las maderas claras, el mobiliario heterogéneo o la luz que entra por ventanas y lucernarios crean una atmósfera íntima, serena y alegre a la vez.

Inspirándose en el entorno hospitalario creado por Domènech i Montaner a principios del siglo XX y en su filosofía de que la belleza cura y calma, Benedetta Tagliabue ha conseguido crear ese lugar de recogimiento en el que desearíamos refugiarnos cuando la toma de conciencia repentina de la fragilidad de todo lo que damos por supuesto nos obliga a aceptar la incertidumbre y tomarnos la vida paso a paso.

Fotografía 1: Lluc Miralles

Fotografía 2: Roberto Ramos

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