
Visitamos el centro Kálida, en el recinto del hospital de Sant Pau de Barcelona, de la mano de una cicerone excepcional: Rosy Williams, una de las principales impulsoras del proyecto. Kálida es un centro, perteneciente a la red internacional de los Maggie's Centres, cuyo objetivo es dar apoyo gratuito, tanto psicológico como práctico, a los pacientes de cáncer así como a sus familiares y amigos.
Es una tarde de finales de mayo y el centro acaba de ser inaugurado hace escasamente dos semanas. Todavía algunos flecos de la construcción, como la cinta plástica que circunda la estructura metálica de la marquesina que dará sombra al jardín, delatan el carácter novísimo de la obra.
Rosy es una mujer acogedora que habla pausadamente en voz baja para no perturbar la atmósfera sosegada del lugar, aunque a la hora de nuestra visita solo queden un par de personas del equipo asistencial.
El éxito del centro ha sido fulgurante; en esas dos semanas han pasado por él más de cuatrocientas personas. Aunque, como nos dice Rosy: "solo en el hospital de Sant Pau se diagnostican unos 3.300 casos nuevos cada año y 40.000 en el conjunto de Cataluña". Y no es extraño ese éxito, porque el lugar trasmite paz.
Recuperar la escala humana
La filosofía del centro, nos dice, es que el paciente de cáncer recupere el sentimiento de ser persona. Porque un diagnóstico así coloca al que lo padece, y también a sus allegados, en una situación en la que siente que carece totalmente de control. "El tratamiento, las citas te arrastran; pero no solo tienes un cáncer, tienes también el resto de tu vida [...]. Los hospitales hoy en día parecen aeropuertos y son así porque están procesando una cantidad de gente importante de la manera más eficiente posible. Lo que aquí pretendemos es devolver la escala humana creando un ambiente doméstico. [...] En el hospital eres paciente, pero vienes aquí y eres persona".
Fotografía 1-2: Jorge de Jorge Jordán
Fotografía 3: Roberto Ramos